Los detectives privados se reinventan ante el Covid-19

Enric Vilamajó ha visto de todo en más de 20 años de oficio, aunque eso no ha evitado que conserve la capacidad de sorprenderse. Al director general de Winterman, agencia de detectives con despachos en seis ciudades españolas y medio centenar de investigadores a su cargo, la pandemia le ha demostrado por enésima vez la inagotable capacidad de los estafadores para reinventarse o, como él mismo dice, «de ensayar su propio I+D». Y no es que la Covid haya disparado su carga de trabajo: calcula que las contrataciones han caído un 30% porque, en su caso, el grueso de los clientes son empresas y la actividad lleva meses estancada. Pero ni mucho menos se aburre.

«Llevamos el caso de un empleado que retomó el contacto durante la pandemia con un amigo de la universidad que ocupaba un puesto importante en una empresa de la competencia y al que no tardó en manifestar su incertidumbre ante el futuro laboral. Hablaron de un puesto que podía cubrir perfectamente, pero su conocido le puso como condición que le facilitase un pendrive con información confidencial de sus actuales empleadores. Dicho y hecho. El ‘insider’ entró en los sistemas de la compañía y empezó a descargarse bases que contenían contactos, procedimientos, proyectos aún abiertos que ofrecer a un coste más bajo… Vamos, que se fue a la competencia ‘bien armado’. La empresa sospechó de él y, gracias a que pudimos reconstruir la secuencia de los hechos -todo había empezado con un mensaje en Facebook-, llegamos hasta los archivos violentados. El sujeto está ahora a la espera de una demanda penal».

Para Vilamajó no hay duda de que «somos un país de pícaros. El que no se aprovecha es porque no puede o por miedo a que le descubran, no por un férreo código moral». Un informe de Investigaciones Cooperativas de Empresas Aseguradoras (ICEA) alertaba ya en 2018 de 175.000 intentos de estafa, un dato avalado por el último Mapa del Fraude de Axa, según el cual la tasa de siniestros simulados se ha duplicado en la última década. «Puede que las estafas al seguro del automóvil se hayan reducido debido a las restricciones en la movilidad, pero otras han subido de manera casi exponencial, como las de responsabilidad civil», afirma el director de Winterman. «Hay gente que reclama por un resbalón en el Mercadona, por tropezarse en la vía pública… Por no hablar de las caídas en los hospitales, durante mucho tiempo lo único abierto», insiste Enric Vilamajó.

De viaje al Caribe

La alarma sanitaria da constantes muestras de que esta situación se ha recrudecido, y no sólo cuando los salarios se reducen y uno se estruja el magín para lograr un sobresueldo. «El absentismo laboral, que ha existido siempre, lleva meses disparado, como la imaginación de los infractores. Hemos tenido el caso de un tipo que alegó haber estado en contacto con un positivo y que el tiempo que debía pasar en casa lo aprovechó, ahora que vuelos y resorts están más baratos, para irse con su pareja no ya a otra provincia, sino al Caribe».

Joaquín Silva, del despacho valenciano SYS Detectives, ilustra otra vuelta de tuerca. «Si nos contratara la Seguridad Social o las agencias públicas que se dedican a destapar el fraude, no habría detectives suficientes en toda Europa para sacar adelante tanto trabajo, se lo digo yo. No se imagina la gente que está en ERTE y cobrando en negro por hacer la jornada entera. Hablo de pequeños negocios, del empresario que cobra las prestaciones y el trabajador, el sueldo íntegro. Ganan los dos, a costa claro de la Administración».

Una práctica esta última que tampoco resulta ajena a Gloria Valero, de Gecko Detectives (Málaga), especializada en fraudes a las aseguradoras y en demostrar, por ejemplo, que las lesiones merecedoras de una indemnización no son fingidas. «El otro día tuvimos uno de esos casos. Un señor que dice que está guardando cama porque no puede mover la pierna izquierda y al que, tras seguirle, sorprendimos haciendo ‘crossfit’, un entrenamiento de alto rendimiento. Y que nadie se engañe, el perfil aquí es de lo más variado: desde gente de extracción humilde hasta empleados de banca que salen cada mañana de su chalet en Audi».

A Valero no dejan de darle trabajo los temas conyugales, un clásico de los círculos detectivescos que tampoco se sustrae al nuevo signo de los tiempos. A ex maridos que juran por sus hijos no poder pasar la pensión alimenticia porque ha cerrado su empresa y a los que luego sorprendes trabajando en un chiringuito; o mujeres que siguen recibiendo una asignación pese a haber rehecho su vida con parejas que entran y salen de casa a diario y con su propia llave, se suman peleas por la custodia de menores. De acuerdo, tampoco es nuevo, pero ahora vienen envueltas con un lazo más elaborado. «Madres que le dicen a su ex, ‘ahora no te lleves al niño que hay riesgo de contagio, y menos a casa de sus abuelos’, y que luego averiguas que acaba en el parque rodeado de gente o con los padres de ella. O que recurren al contacto con un positivo para hurtar al progenitor el fin de semana alterno al que por ley tiene derecho». Es la custodia entendida como arma arrojadiza: «peleo por mi hijo y, una vez lo consigo, le dejo al cuidado de los abuelos».

El teletrabajo está planteando a los detectives un cambio de paradigma, desvela Sandra Álvarez, de Tras la Puerta TLP, despacho radicado en la madrileña calle Velázquez. Que se cumplan los horarios es sólo una punta de la madeja. «Para evitar que la gente salga de casa, el facultativo que les tenía que examinar a menudo hacía su trabajo por videoconferencia, lo que le impide comprobar la veracidad de ciertos síntomas».

¿Y el teletrabajo? ¿Cómo demuestras que alguien está enfrascado en sus balances y no jugando a ‘Assassin’s Creed? Las compañías tienden a valorar la consecución de objetivos más que las horas, pero como ahora la falta de resultados es justificable «hay firmas con auténticos problemas para controlar el rendimiento de sus empleados. Me consta que hay empresas de desarrollo de software y de seguridad informática, evaluadores de rendimiento y consultores de Recursos Humanos que están trabajando en ello», asegura Vilamajó.

El toque de queda

Demostrar que hay una actividad no permitida en horario laboral y además reiterada puede acarrear el despido, «lo que pasa es que muchos incurren en estas prácticas -obtener información de la compañía para montar mi propia empresa, por ejemplo- por la sensación de anonimato que tienes en casa. Piensan que eso no tiene consecuencias». Y no es así. «Están empezando a caer sentencias previa demanda penal -advierten desde Winterman-, que al ser inferiores a dos años no implican cárcel, pero que no acaban sólo en despido, sino en sumar antecedentes, lo que no es ninguna broma».

La pandemia ha obligado a los detectives a reinventarse. Empezando por los toques de queda, «no porque nosotros no estemos autorizados a salir de madrugada, sino porque el investigado no lo hace y es más difícil pillarle en falta». Y, cómo no, la omnipresente mascarilla, que está planteando a los detectives tremendas dificultades cuando hay que identificar a un objetivo.

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