A pesar de que la implantación y la familiaridad de la figura del  detective privado, se va introduciendo paulatinamente en nuestra sociedad, todavía queda un largo camino por recorrer.

Aunque suene a tópico, e incluso desfasado, aún son muchos los que cuando imaginan la figura o el personaje del detective privado, no pueden evitar ver a un tipo estándar con pipa, lupa y gabardina, al estilo de Sherlock Holmes o Colombo. Esa aparente dulce y romántica vida de conquistador, de personaje infalible, que todo le sale bien y nada se le resiste, es otro de los grandes mitos que rodean al personaje en cuestión.

En la actualidad, el detective privado se ha integrado de tal forma en nuestra sociedad, que su vida, su acción, su día a día, podemos considerarlo como un eslabón más de la cadena humana que todos formamos; estrés, prisa, improvisación, competencia, competitividad, insomnio, madrugar, trasnochar, días buenos, días malos, estados de ánimo y así un largo etc. El investigador privado puede trabajar cualquier día de la semana y a cualquier hora, porque cada cliente es un mundo, una circunstancia y hay que adaptarse a las exigencias que el mercado, insisto, tan competitivo, requiere. Pero más allá de los desfases horarios que requiera la investigación en curso (deben ajustarse a la vida y horarios de los investigados) nada difiere de la vida laboral del ciudadano de a pie. Son personas de carne y hueso, con vestimentas normales, es más el estilo, cuando de ropajes hablamos, que debe tener un detective, debe ser lo más “normal” posible, siendo recomendable vestir colores grises, blancos o negros, con ropa anodina difícil de recordar o reconocer por parte de la persona a la que sigues o investigas. Deben evitarse los colores vivos o las prendas con estampados. 

Es una figura desconocida todavía en nuestros días, e idealizada y comparada con los detectives de las películas o series

En cuanto al resto de accesorios utilizados por un detective privado cabe destacar que el vehículo que este profesional debe utilizar debe ser también un coche “normal”, es decir, de color blanco, negro o gris y un modelo de los que haya millones circulando por las calles de la ciudad. Hablamos de un coche que debe pasar lo mas desapercibido posible, por ello además de ser “el típico” no debe tener ninguna señal que lo diferencie de otros (pegatinas, objetos en el interior, abolladuras, faros rotos… etc). 

Todo esto nos hace reflexionar y pensar que lejos de un sombrero o una gabardina que configuren una vestimenta estrafalaria, un detective privado debe pasar desapercibido, evitando todo aquello que llame la atención.

En un halo de seguir mostrando la cotidianidad y normalidad de la vida laboral de un investigador privado, es importante hacer referencia al lugar donde se desarrolla el trabajo de investigación. El detective privado tiene un despacho, trabaja en uno, y pasa muchas horas en él, ya que las gestiones telefónicas o realizadas a través de internet se llevarán a cabo desde aquí, así como la configuración de los informes, los cuales ocupan una grandísima parte del trabajo realizado por estos profesionales. Por lo que a pesar de tener que salir a la calle a realizar diversas gestiones o seguimientos, un detective privado organizará su agenda y su horario laboral acorde con los horarios comerciales. 

Es una figura desconocida todavía en nuestros días, e idealizada y comparada con los detectives de las películas o series, pero cada día más configura la presencia de un profesional que a través de investigaciones de diversa índole participa en pleitos, litigios y conflictos tanto personales, como laborales como económicos o familiares, convirtiéndolo en una herramienta jurídica imprescindible para demostrar la veracidad de las sospechas respecto a los fraudes o engaños.

¿Un detective con gabardina, sombrero, lupa o pipa? . . . nada más lejos de la realidad.

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